Flores para Antonio

Por Natalia Jañez

Treinta años después de la muerte de Antonio Flores ha llegado el documental que no sabíamos que se necesitaba hacer para homenajear a un artista cuyo arte pasó injustamente demasiado desapercibido, llevándose casi todo el reconocimiento el hecho de haber nacido en la familia más icónica de este país.

 Dirigido por Isaki Lacuesta e Elena Molina pero a los mandos en la producción y en lo emocional de su hija Alba Flores, se presentaba en el Festival de San Sebastián, Flores para Antonio, un trabajo donde la propia Alba reconoce que necesitaba hablar de su padre.

Esta película documental es un viaje muy emotivo por la vida de Antonio, tanto por sus luces y como por sus sombras, porque en ningún momento Alba quiere ocultar la vida que llevó su padre ni las consecuencias que tuvo esa forma de vivir, solo quiere poner luz en la vida de su progenitor, intentar entenderle pero sobre todo aceptar y respetar. 

Ha llegado el documental que no sabíamos se necesitaba hacer para homenajear a un artista cuyo arte pasó injustamente desapercibido

Para todo eso, se ha servido de la ayuda de amigos como Joaquín Sabina o Ariel Roth pero sobre todo de la familia y en especial de unas tías con unas ganas locas de hablar de su hermano. Pero esas ansias por hablar con su sobrina sobre él han tenido que esperar para respetar los tiempos de la propia Alba, ese tiempo de más que una hija necesita para encajar piezas cuando te quedas sin padre a los 8 años. 

Es Elena Furiase la que dice en el documental que todos en la familia estaban preparados para tener esas conversaciones pero solo Alba tenía la llave para abrir esa puerta y hacer las preguntas que llevaban sin respuesta treinta años. Es esa escena una de las más emotivas y sinceras que se pueden ver en la cinta, una hija preguntando y unas hermanas calmando esas dudas. Junto con ese momento, hay otro también muy emotivo, que quizás resuelve la duda de muchos espectadores de por qué Alba Flores no ha seguido con la tradición de cantar como mucha parte de su familia. Pero cuando todo el mundo espera algo de ti que es lo obvio o lo natural, esa obviedad se transforma en dolor, en un nudo en la garganta que te impide hacerlo y que no se va a desaparecer hasta que no sientas que has cerrado un círculo vital.

Al hacer este trabajo, tanto los directores como Alba se han encontrado con una cantidad ingente de documentos, fotos, dibujos, cintas caseras en familia, documentos televisivos de la familia Flores y hacer frente a todo eso es todo menos fácil. Pero si ha servido para algo, aparte de para que una hija pueda cerrar el círculo por el duelo de su padre, es para redescubrir a Antonio Flores como compositor. Que gente que ya le conocía disfrute de nuevo de su talento y que gente que de generaciones más jóvenes, conozcan quien fue Antonio Flores y puedan amar sus letras que ya son himnos.

Todos en la familia estaban preparados para tener esas conversaciones, pero solo Alba tenía la llave para abrir esa puerta

Era fácil caer en lo morboso en este trabajo siendo la familia más famosa de España siempre perseguidos por los medios de comunicación observando cada movimiento, pero sin embargo han conseguido realizar un documental que da mucha información sobre un hombre que intentó vivir sin que su arte fuera totalmente comprendido y reconocido, un hombre con muchas inseguridades y crisis personales, pero sobre todo hace hueco para abrazar el arte y la sensibilidad como medio para la transformación