Megalopolis

La fábula épica para olvidar del Coppola más reivindicativo

A sus más de 80 años y tras una década alejado de las pantallas, el mítico director Francis Ford Coppola está de vuelta con una película que le ha costado décadas y la venta de parte de sus vastos viñedos poder hacer.

Y es que ya desde la década de los 80 la idea de una fábula épica sobre la decandencia de Estados Unidos equiparado a un Imperio Romano a camino entre lo clásico y lo futurista rondaba la cabeza del mítico director. Coppola pone al espectador ante la dicotomía de sus dos personajes principales: la lucha de un artista por un cambio hacia un futuro idealista frente a unas élites que se afanan por mantener un "statu quo" donde prima la codicia y los intereses particulares.

Fotograma de "Megalopolis"
Fotograma de "Megalopolis"

No se puede negar que las intenciones del Maestro Coppola sean buenas, poniendo al espectador frente al espejo de una realidad que amenaza actualmente al mundo, pero no por ser esta la gran visión de uno de los mejores, Megalopolis se convierte en una gran obra. Y es que por desgracia, Megaloplis es un desastre. Una combinación de tantos elementos distópicos que ni el genio de Coppola consigue infundirles un orden, concierto o un mínimo sentido.

Con una historia llena de escenas surrealistas que acercan más a la película al género cómico (sin pertenecer a él), el argumento se desarrolla de una manera tan caótica y desordenada que hasta al más despierto de los espectadores le cuesta seguir por momentos. Una historia con mucha parafernalia que no consigue esconder las costuras que pronto comienzan a vislumbrarse: mucho oro que ni deslumbra ni esconde que la historia carece de la enjundia necesaria para mantener al espectador ni siquiera absorto durante las dos horas y media de la pesimista visión de Coppola del mundo.

Megalopolis tiene una combinación de tantos elementos distópicos que ni el genio de Coppola consigue infundirles un orden, concierto o un mínimo sentido

Recargada y enrevesada, a "Megalópolis" parece no faltarle de nada. Desde esvásticas nazis, a números sacados del mismísimo circo del Sol, todo tiene cabida en una moderna representación de un Imperio Romano que se disipa dejando a un lado los nombres pomposos de sus protagonistas y las coronas de laurel doradas con las que se coronan algunos de sus personajes.

Fotograma de "Megalopolis"
Fotograma de "Megalopolis"

Pero a pesar de los entresijos políticos y debates existencialistas con los que Coppola pretende ilustrar al espectador, el aburrimiento es la tónica constante de una película disparatada y falta de profundidad.

Una absoluta locura de un director lleno de buenas intenciones y de una imaginación desbordante para hacer una fabula épica a la que le falta orden, mesura y dramatismo para conseguir que la que posiblemente sea su última película sea una de esos clásicos colosales para recordar.

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