
Víctor Erice: premio Donostia
Víctor Erice cierra un particular círculo con "Cerrar los ojos" huyendo de testamentos y despedidas
La 71 edición del Festival de San Sebastián ha visto por primera vez en su historia, cómo se otorgaba uno de sus premios Donostia a un director de la tierra, el vasco Víctor Erice.
Para el mítico director, el Festival de San Sebastián implica volver a casa; no en vano le unen muchas cosas a la ciudad y también al evento cinematográfico. Fue aquí, en el Kursaal donde siendo un niño su hermana le llevó a ver una película por primera vez; desde entonces nació en el joven Erice una pasión por el cine que le llevó a dedicarse a él. Con su primera obra cinematográfica "El espíritu de la colmena", Víctor Erice volvió al hogar presentando en el festival una ópera prima que le llevó a ganar la concha de oro. En el mismo lugar, 50 años después, recibiría de la mano de aquella niña de 6 años que invocaba al monstruo diciendo "soy Ana" un premio que reconoce su labor como creador de grandes historias llenas de verdad.
El cine al que Erice ha dado tanto se rendía por una noche a él como muestra de agradecimiento por el respeto al espectador con el que el director impregna todos sus trabajos.
Y es que como confesaba Víctor Erice, el cine es mucho más que una película proyectada en una sala oscura; para él, el cine como toda clase de arte nos sana y nos modifica, haciéndonos sentir distintos. Esta suerte de poder mágico ocurre para Erice en las salas de cine, a las que defiende y reivindica con vehemencia como unico elemento residual de aquella creación de los hermanos Lumiere. "Con las plataformas se ha perdido la esencia que tienen las películas como acto contemplativo y actividad ciudadana compartida" afirma Víctor Erice. "Todo ocurre ahora en la privacidad doméstica, aislándonos cada vez más".

Para el maestro, una verdadera película reclama las salas de cine y por ello ha pedido que su último trabajo, presentado en el marco del festival, la película "Cerrar los ojos", sea visto por esos espectadores que él respeta tanto en las grandes pantallas.
Para Víctor Erice esta es su cuarta película. Aunque el director es poco prolífico en la realización de largometrajes, no ha parado de trabajar en proyectos de diversa naturaleza que, para el director, constituyen el lugar donde se desarrolla la verdadera vida artística. Entonces ¿Qué ha llevado a Víctor Erice a volver a hacer una película 10 años después? Para el maestro la respuesta es simple: la propia necesidad humana de reproducción de la existencia.
Con la película "Cerrar los ojos" Erice cierra un particular círculo con una historia llena de esa emoción que el director considera "el elemento universal de comunicación" que impregna la conciencia de los espectadores; con ella, además el director ha dejado un poco de sí mismo en cada uno de los personajes. No en vano es difícil no encontrar al director en el personaje de Manolo Sólo, ese creador un tanto bohemio y desprendido por completo de todo lo que conlleva la vida del artista. A través de él y su inseparable amigo Max, Erice reivindica ese amor por el cine que le ha llevado hasta aquí pero, tal y como afirmó el director, lejos de la nostalgia.
A sus 82 años ¿nos trae Víctor Erice la película que pone el broche de oro a su carrera cinematográfica? El director se niega a llamar testamentaria a la obra que 10 años después le trae de vuelta. Víctor Erice se resiste a pensar que "Cerrar los ojos" suponga el fin de una historia que empezó en San Sebastián y que 50 años después le trae de nuevo hasta aquí. El director sigue y seguirá invitando a los espectadores a que hagan suyas sus películas, a que, como pidió a sus actores, se abandonen al misterio y a que se involucren ellos mismos en la aventura de ver a través de los ojos de un maestro unos largometrajes que ya vivirán eternamente en las salas de cine.
