
Vidas Perfectas: una película de sobremesa de dos estrellas
Por Natalia Jáñez
Tras una serie de malogrados proyectos que no habían conseguido devolverlas a una época dorada en la que sus nombres estaban unidos a películas de éxito, Anne Hathaway y Jessica Chastain se asomaban este pasado mes de junio a la cartelera española con la adaptación de la novela de Barbara Abel Mother's instinct.
No sólo a los amantes de la literatura sino también a los del cine europeo (y belga más concretamente) seguro que este este título les resulta familiar. Y es que no es la primera vez que se ve en una gran pantalla la historia de estas dos vecinas que ven como su relación de amistad y sus vidas perfectas en los suburbios de una gran ciudad en los años 60 se tambalean tras un trágico suceso. Allá por 2018 Bélgica fue pionera en adaptar esta historia siniestra, oscura y retorcida que aspiraba a convertirse en la nueva mano que mece la cuna.
Pero como ya se sabe que Estados Unidos no se conforma con disfrutar de los proyectos que se hacen al otro lado del charco, sino que siempre tiene la imperiosa necesidad de hacerlos suyos, Benoît Delhomme (director de películas como La teoría del todo o El niño con el pijama de rayas) nos trae una nueva adaptación de "Instinto maternal" película que en España ha visto la luz bajo un nuevo título.
No se puede negar que el de "Vidas perfectas" no resulte conveniente. Y es que si algo refleja a la perfección esta adaptación es la hipocresía con la que se vivía en esos barrios donde las apariencias son lo más importante. Pero teniendo en cuenta que es la obsesión por la maternidad y el papel de la mujer en la crianza de los hijos el gancho que pretende captar al espectador, el título en España no le hace justicia.

Sólo unos minutos bastan de visionado de la
película para que a muchos de los espectadores les venga un afamado título a la
cabeza que ya hablaba de esas mujeres que experimentando la trágica muerte
prematura de un hijo, buscan en otros niños llenar la ausencia de los suyos.
Y es que el espíritu de "La mano que mece la cuna" es omnipresente en una película que aspira a jugar con la mente del espectador en una particular partida de Cluedo en el que las desgracias se suceden sin un autor claro, pero con la venganza vislumbrada como principal objetico. Sin embargo, para una película que prometía suspense, una pobre consecución de la tensión y el misterio deja a "Vidas perfectas" como un wannabe falto de la oscuridad que envolvía a la película de 1992.
Si algo refleja a la perfección esta adaptación es la hipocresía con la que se vivía en esos barrios donde las apariencias son lo más importante
Falta de profundidad de los personajes con
unos rasgos psicológicos burdamente retratados, predictibilidad de una trama
que el espectador consigue pronto descifrar, bruscos giros de guion que por
manidos no son efectistas y un final que por edulcorado parece demasiado
surrealista son las líneas generales de una película que ni sus dos actrices principales
consiguen salvar de la quema.

No es la primera vez que vemos trabajar juntas a Anne Ha y Jessica Chastain. Ambas actrices ya coincidieron en Interestelar (2014) y Armaggedon Time (2022). Y es precisamente la buena sintonía de dos actrices cultivada con el tiempo y grandes proyectos lo que convierte al dúo de actrices oscarizadas en lo único destacable de la cinta. Porque si algo consiguen a la perfección es encarnar los roles de aquellas mujeres de los años 60 a quienes una sociedad machista abocaba a dejar toda su vida para centrarse en su rol de esposa y madre. Sin embargo, pocas por no decir ninguna escena podemos destacar de este dúo a quienes un guion con poco brillo nos priva de ver de ellas nada más que un trajo correcto.
Una pobre consecución de la tensión y el misterio deja a "Vidas perfectas" como un wannabe falto de la oscuridad
Con una idea manida, una ejecución básica y
unas actrices correctas, "Vidas perfectas" llega para engrosar la categoría de películas
de sobremesa; una de esas cintas que no aburren pero tampoco sorprenden y que
llenan las horas muertas de un espectador que poco tarda en olvidarlas.